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lunes, 11 de noviembre de 2013

Partido de Tres de Febrero.

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Ciudadela
Memorias de medio siglo.

Nos cuenta Norberto Zeimerddin
Entrevistado por El recopilador en 2007.


    Mi ciudadela de niño era linda. Así la recuerdo de cuando yo comencé a tener noción de lo que era. Porque cuando uno es chico no sabe nada hasta que empieza ir al colegio, a compartir con otros chicos ya fuera de la casa, en la escuela, en la calle. Nuestros juegos incluían la bolita, la figurita, la pelota, cosas que hoy no se están viviendo. Las nuevas generaciones traen cambios, pero mi época era la del respeto, la de compartir con los vecinos los fines de año; Los chicos que jugábamos en la vereda y no habían peligros.

    Fui a la escuela 31, la Mariano Moreno, en Av. San Martín casi Venezuela, y la Av. Díaz Vélez todavía no estaba asfaltada. A su paralela, Alianza, le faltaba pavimentar una cuadra, y por Amoretti, pasaba el mateo y que tenía su parada en el Almacén Sol de Mayo, a la vuelta, en Díaz Vélez y Vacca, que entonces se llamaba Piedras. Lugar que estaba en la vereda de enfrente y que pertenece a La Matanza. En esa época en Ciudadela pertenecíamos al partido de San Martín.

     También por esa época, años de 1940, comenzó a pasar por acá el colectivo 10 que iba a Lomas del Mirador y a San Justo. Un colectivo heroico, porque la mayoría de las calles eran todavía de tierra, y que a los bordes estaban las zanjas y los zanjones, y los días de lluvia igual tenían que pasar como podían y patinaban y se encajaban y alguno que otro terminaba en alguna zanja.

    Me acuerdo que aquellos colectivos, atrás llevaban una rueda de auxilio, y como al llegar a Díaz Vélez las calles a partir de allí eran de tierra, como iban despacio, los chicos nos colábamos de esa rueda, y me acuerdo que, cuando tomaba la calle  Roca, allí estaba la Estafeta de Correo de Villa Rebasa y Don Félix Bourillón, el  estafetero, nos corría con un palo para que nos bajásemos. Aquellos colectivos que venían por Amoretti salían desde la General Paz y Rivadavia y fueron los puntales de los que en el presente seguimos utilizando.

    Pero hay algo más de aquellos heroicos colectivos… los mismos tenían que cruzar la Díaz Vélez y por ella venían los arreos de vacas, que traían desde Palomar y desde Lourdes camino a Mataderos, y eran arreos de varios cientos de animales cada día, miles, todos los días y en épocas de lluvia eso era ya un pantano impresionante por donde también los colectivos tenían que pasar. Recién llegando 1951 pudo terminarse aquello, al pavimentarse Díaz Vélez y prohibiéndose los arreos por ella. Pero por aquí no solo se veían arreos de vacas, también recuerdo haber visto arreos de pavos por las calles, para vender a las señoras en la puerta de su casa.

    Entonces las casas por aquí no eran muchas. En la manzana de mi casa, era la mía, compartida con otras pocas y varios terrenos aún baldíos.

    Por Alianza, sobre la vereda de en frente había una quinta. Muchas casas se presentaban cercadas con alambre o ligustrina. Casas con galerías con enrejados de madera, y su cerradura era tan solo un piolín del cual se tiraba, se abría y se entraba. Esa era toda la “seguridad” que entonces se necesitaba!

   También sobre la calle Cuevas teníamos otra  quinta importante, conocida como de Don Pío; ella enfrentaba la primitiva Escuela 21, sobre Díaz Vélez y Vacca, y tenía una noria para sacar agua, y que más tarde fue reemplazada por un motor naftero.  Abarcaba las manzanas cercadas por Cuevas, Díaz Vélez, Perín y llegaba hasta Independencia, que eso lo conocí. Pero antes, me decían, habría llegado hasta Alianza.

   De antes que yo naciese, creo que por 1935, fue que se estableció la iglesia Nuestra Señora de Lourdes, acá en Pereyra entre Independencia y Estero Bellaco. Y recuerdo al padre Jorge,  que  fue uno de los de más grande  empuje  que dio crecimiento a la iglesia. Luchó mucho, unió mucho a la gente. A los pibes nos educó bastante, fue un tipazo. Y se hacía respetar, que a veces, en algunas kermeses que hacía para reunir fondos, solían llegarse algunos bravucones y el padre les hacía frente, y decía que debajo de la sotana tenía pantalones, -más de una vez- y así ponía las cosas en su lugar, porque siempre había alguno que se bandeaba.

    Y no recuerdo por mi niñez, que en el barrio hubiese mal ambiente; Sí, supe por mi padre que en una época aquí cerca, en el pasaje Badaracco  -que era una cuadra nomás- me contaba estaba “el zanjón” donde cada  dos  por  tres  aparecía alguno adentro.

    Pero después ha ido mejorando todo. Y como vecinos, yo tengo que recordar lo mejor. Porque los muchachos que eran mayores que yo ya no están, y mejor recordar de aquello las cosas lindas. Ellos sabían compartir, no fueron muchachos egoístas, y de la barra mía también...

    Y como en todo barrio también aquí teníamos nuestros personajes, y recuerdo como ejemplo a Don Martín Castro, que fue un gran payador, verdadero personaje de toda una época, vivía aquí por la calle Muñoz. Su figura imponía respeto. Me parece que lo estuviera viendo, cuando a veces venía al negocio de papá a comprar, con su sombrero, su traje rayado. Este hombre falleció a principios de los años ’70.----------   

 De la memoria de: Norberto Zeimerddin
“Almacén Los Pinos”, Amoretti y Alianza, -Ciudadela Sur-
Año 2007.



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